Brexit y protección de datos

Desde el pasado 23 de junio, en el se celebró el famoso referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, se ha especulado mucho acerca de las posibles consecuencias que esto supondrá para el resto de estados miembros, especialmente para España.

La inminente llegada de Theresa May al número 10 de Downing Street puede que tranquilice a bastantes analistas por su perfil moderado, sin embargo para aquellos que seguimos de cerca la protección de datos de carácter personal, este nombramiento es previsible, que genere algún otro debate o quebradero de cabeza.

May es conocida precisamente por no ser una gran fan de la «privacidad», ella es la impulsora de la conocida como Investigatory Powers Bill, una normativa que propone sacrificar la privacidad en aras de una mejora en la lucha contra el terrorismo. Sin querer entrar en el complicado debate de la proporcionalidad de este tipo de medidas donde todas las opiniones son válidas, nos centraremos en su lugar en la parte técnica de la propuesta.

Uno de los grandes fallos es solicitar de manera genérica conservar la información a gran parte de los responsables de tratamiento, esto supone en primer lugar un elevado coste que no todos podrían afrontar (incluso los proveedores de servicios niegan su viabilidad), además de que hasta ahora aquellos responsables que debían almacenar datos de forma periódica era una lista muy limitada.

Otro de los llamativos fallos es la confusión que genera el documento cuando habla sobre la encriptación. La normativa propone texutalmente lo siguiente: «Las empresas eliminarán la encriptación siempre y cuando sea posible», mientra que de manera reiterada en declaraciones han señalado que no se prohibirá la encriptación. En este punto se aprecia muy bien la gran dosis de populismo que lleva la propuesta y lo poco asesorado que está técnicamente hablando.

Por si fuera poco la aprobación de esta amalgama jurídica caótica supondría una piedra para Reino Unido en el dilema del Brexti. Tras su salida, la Unión Europea ha avisado a Reino Unido que tendrá que firmar sus propios acuerdos con terceros, y que no podrá usar los previamente firmados por ellos, esto, supondrá afrontar de golpe multiples regulaciones para poder seguir manteniendo esos negocios internacionales. Por si fuera poco, la UE ha añadido que no se promoverá el comercio, con ningún país que no cumpla con medidas de seguridad en materia de protección de datos, similares a la acordada por los estados miembros…

¡Empezamos mal…!

 

Sobre la beca Erasmus

Un breve resumen del conflicto:

El debate sobre las becas Erasmus sigue estando presente. Todo comenzó el pasado día 30 de octubre, cuando se publicó en el BOE la siguiente orden.  De manera oculta y premeditada el ministro de educación Wert, dejaba a los Erasmus españoles sin la ayuda del Ministerio de Educación a mitad del curso académico, solamente se mantenía a aquellos que hubiesen disfrutado de una beca general en el curso anterior. Ya no se trataba solo de un recorte más del Partido Popular en educación, sino de un recorte con «efecto retroactivo», algo muy grave.

La noticia empezó a correr como la pólvora gracias a Germán Fernández, un estudiante Erasmus en Italia que leyó el BOE e informó enseguida a todos los afectados que conocía. En mi caso no nos enteramos hasta el día 1 de noviembre, al principio creíamos que era un rumor, pero enseguida empezó a circular la orden ministerial y con ella un sentimiento de «cabreo» por la estafa.

Por fortuna, este sentimiento se canalizó de manera coherente y mediante varios grupos de Facebook y WhatsApp (a nivel local), se empezó a organizar una protesta primero a nivel digital y luego presencial. Se mandaron cientos de correos a diferentes medios de información e incluso se consiguió que «hashtags» como #RIPERASMUS llegarán a ser «tendencia» en Twitter. Inmediatamente los medios dieron eco a estas quejas e informaron de la «gran estafa».

La presión estaba hecha y a pesar de que Wert enseguida convocó una rueda de prensa donde explicaba que este año no se aplicaría la medida, las protestas se llevaron a cabo. En mi caso debo estar agradecido a Enrique (entrevistado por «la sexta»), el cual se molestó en conseguir los permisos necesarios para manifestarnos en la embajada española, consiguiendo una asistencia de más de 150 erasmus españoles. A mi juicio estas convocatorias han conseguido demostrar una vez más la importancia de las manifestaciones que sirven realmente para mucho más de lo que se cree.

En el Blog «El BOE de cada día» Eva Belmonte nos comentaba que todo parecía apuntar a que este año la cuantía de la beca sería algo mayor incluso que la del año pasado. Sospecha que se confirma hoy día 11 de diciembre cuando se aprueba en el Senado una enmienda transaccional que amplía el presupuesto destinado a los Erasmus salvando la beca de los estudiantes este año. No será así el año que viene, sólo los becarios generales podrán disfrutar de la beca del ministerio, algo que choca frontalmente contra las directrices europeas. Que no le quepa duda al señor Wert ni a nadie de que seguiremos peleando para que esto cambie.

En defensa de la beca Erasmus:

Este conflicto ha servido para resucitar el debate sobre la utilidad de las becas Erasmus. Hay quienes dicen que esta beca solo sirve para pagar juergas a los estudiantes y que su utilidad es prácticamente nula, mientras otro sector justifica la indispensabilidad de la misma. Por mi parte como beneficiario de la ayuda y convencido de su utilidad expondré aquí algunos de los motivos por los que creo en su gran utilidad.

En primer lugar está la creencia de que el Erasmus es inútil académicamente hablando. Es cierto que en muchas universidades se aprueba a los alumnos sin exigirles casi nada, pero no siempre es así. Además, que los alumnos no aprendan casi nada no es culpa de la beca, sino de las universidades que exigen poco al alumnado y que le permiten evitar ir a clase. Quien quiere aprender en el Erasmus puede, y probablemente cosas nuevas que no podría en su universidad, los recursos están ahí, y en muchos casos mejores que los disponibles en la universidad española de origen.

En segundo lugar gran parte de los que se posicionan en contra de la beca Erasmus se quejan de las grandes cantidades de dinero que se despilfarran en ella. Un alumno español cobraría este año unos 90€ al mes del Ministerio de Educación, que finalmente dedica una partida de 34 millones de euros (el famoso circuito de F1 de Valencia costó en torno a 300 millones de euros). Mientras la Unión Europea aboga por aumentar poco a poco su colaboración en la ayuda y la creencia en un reparto justo según el coste de vida del país de destino, el gobierno camina hacia el lado contrario. Sobre la cuantía de la ayuda he de decir que es díficil cubrir gastos con ella. Aparte de que el alumno la recibe a mediados del Erasmus y al final de este, por lo que se ve obligado a adelantar dinero, dificultando el acceso de muchos estudiantes al programa por no disponer de ese dinero de antemano. Mi propuesta es similar a la que está aplicando la Junta de Andalucía (una de las pocas comunidades que otorga una beca) repartir una beca justa en función del nivel de vida del país de destino, algo similar a lo que como dije anteriormente recomienda la Unión Europea.

En tercer lugar y de la mano del anterior tópico se dice que los fondos de la beca únicamente financian «alcohol y condones». Si bien es cierto que en el Erasmus por media general hay muchas más actividades y fiestas que en el país de origen (gracias en gran parte a organizaciones como ESN) el alumno generalmente debe destinar la beca a sobrevivir, vivienda, comida y transporte se comen fácilmente esos 215€ al mes en cualquier país europeo. Por lo que el estudiante (o la unidad familiar) deben afrontar esos gastos extra. Pocas juergas están bajo mi punto de vista pagadas con dinero del contribuyente.

Más allá de las fiestas, el estudiante aprende unos valores de convivencia y responsabilidad imprescindibles para cualquier persona. El vivir alejado de tu familia temporalmente hace valorar ciertas cosas que antes no hacías. Mucha gente en el Erasmus con 21 años o más, cocina, lava y plancha la ropa por primera vez, aprende a gestionar su dinero por primera vez, todo ello con la dificultad añadida que supone en un país extranjero con una lengua diferente.

En resumen, la utilidad de la beca Erasmus está más que demostrada (con premio príncipe de Asturias en 2004 incluido) no solo a nivel personal sino también a nivel internacional, fomentando la integración y comunicación entre los diferentes países de la Unión Europea. Acuérdense de este texto cuando el siguiente presidente de Alemania haya hecho su Erasmus en España.